Presentación
La terapia conductual tiene sus raíces en la psicología experimental, donde figuras como Pavlov y Skinner sentaron las bases para comprender cómo aprendemos y modificamos nuestras conductas. La insatisfacción con las explicaciones del psicoanálisis y la búsqueda de tratamientos más objetivos y efectivos impulsaron el desarrollo de esta nueva aproximación.
Durante las décadas de 1950 y 1960, los primeros terapeutas conductuales comenzaron a aplicar los principios del condicionamiento clásico y operante a problemas clínicos específicos como fobias y ansiedad. Con el tiempo, la terapia conductual se consolidó como un enfoque terapéutico con una sólida base empírica, lo que le permitió ganar reconocimiento y aceptación en la comunidad científica.
A diferencia de otras terapias que exploran el
inconsciente, la terapia conductual se centra en conductas observables y
medibles. Esto permite establecer objetivos claros y evaluar el progreso de
manera más objetiva. Un factor que no se puede omitir, por su gran relevancia,
es la adaptabilidad, dado que, al centrarse en lo observable, los terapeutas
pueden adaptar las técnicas y estrategias a las necesidades específicas de cada
individuo.
Por otra parte, es
importante saber que la eficacia que ha sido demostrada, a través de amplia evidencia,
debido al tratamiento de una amplia gama de trastornos.
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